En los últimos años he sido una ávida lectora de novelas. No me importaban ni la cantidad de páginas, ni el idioma, ni el género. Tan solo me importaba, y me sigue importando, la calidad de la obra. Sin embargo, en los últimos dos años he comenzado a escribir y leer relatos.
Un libro de relatos te brinda el placer de leer varias historias. Ese disfrute de una buena lectura lo podrás descubrir en Todas son buenas chicas.
De lo que no me queda la menor duda, ni creo que las tuviera Néstor Belda, autor de este magnífico libro, cuando lo escribió, es que las mujeres que aparecen en este libro son buenas chicas.
Cada relato te lleva a un ambiente familiar diferente, y en todos ellos una mujer aparece como centro de la acción. Las mujeres que aparecen en los relatos, ya sea como protagonistas o como personajes secundarios, son mujeres de hoy, con las mismas aficiones, y sentimientos de envidia, celos, frustraciones, etc. Más de un lector o lectora se verá reflejado en ellas, o las reconocerá en un familiar, en una vecina o en sí misma.
Cada una te cuenta su historia, te abre las puertas de su casa y logras percibir con todos los sentidos lo que les sucede. Son historias cotidianas, cercanas, así como sus personajes que no te dejarán indiferente. Te hacen pensar, sufrir y soñar con ellas, y por eso son creíbles, porque son creados a partir de la objetividad.
Todas son buenas chicas te adentra en la vida de varios hogares donde sus personajes, con sus comportamientos, con sus motivaciones y necesidades, nos cuentan sus historias. Sin embargo, estas no aparecen completas hasta el final del cuento. En muchos casos, el lector debe prestar atención a los detalles, a los motivos que mueven a los personajes y a sus acciones para así ser parte de la historia y comprender su final. Es cuando podemos decir que la lectura de este libro nunca será pasiva, y que será completa cuando el lector sea partícipe de las historias.
Me gusta leer rápidamente, pero este libro lo degusté poco a poco, disfrutando de cada pequeño detalle, del lenguaje sencillo, y directo del autor. Algunas historias me pegaron muy fuerte. Nunca olvidaré a Sonia, la primera que nos recibe en su casa, que nos lleva hasta su cocina y nos cuenta su día a día, sus dificultades y, sobre todo, su fortaleza para salir a flote de sus dificultades económicas.
Tampoco puedo olvidar a Paula, quien me inspira cierta ternura y admiración, tanto como Sonia. La historia de Paula me gustó mucho e inspiró a escribir un relato que en algún momento publicaré.
No puedo mentir, esperaba este libro con cierta ansiedad pues, como conozco parte de la obra de Belda, estaba segura que sería una lectura entretenida e interesante y con calidad literaria, el sello personal del autor. Y así ha sido.
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