El cielo me está llamando. Hoy se ha engalanado para invitarme a pasear. Parece un lienzo pintado por las manos de los maestros pintores. Las nubes rosas en este ocaso de azules pasteles cabalgan con lentitud en un suave viento que va hacia el este, en busca de los primeros rayos del día siguiente. Son nubes vigorosas que no temen volar a gran velocidad, aunque hoy, tan solo flotan.
Parece un fresco de tonos pasteles sobre esta cúpula imaginaria que cubre el lugar donde recién me encuentro. Y salgo al paso de esas nubes que me marcan un camino que se llenará de luz y color en pocas horas. Salgo y echo a andar.
Encuentro que la suavidad de la calma me acaricia y crea sortijas en mi pelo. Huele a dulce armonía, húmedo toque de un beso blando sin más expectativas que agradar.
Una música espontanea, natural, me envuelve con brazos amorosos que acunan con susurro de viento, y murmullos de agua contenida en algodones enormes, e invita a reposar en letargo.Un reposo necesario en colchón esponjoso y manto tranquilo, alivia la fatiga y el desatino.
Mientras con parsimonia las nubes siguen su viaje al este, yo descubro lo que me promete la fortuna.
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