Mi niña observa
a través de la ventana
como las lluvias
mojan besos y abrazos a cubierto,
como arrastran reproches de lodo
y reclamos de hojarasca.
Ella ve bolas de granizo
romper sin clemencia
parachoques matrimoniales,
noviazgos de gasa y seda antigua,
naufragios en el barro.
Mi niña no es coqueta
tan solo perfila los días con carboncillo
para ocultar los rayos que caen
sobre los techos humildes.
Mi niña me mira, y me hace guiños,
me muestra días risueños
de estimulantes conversaciones diurnas
y relajantes murmullos nocturnos.
Quiere que salga a pasear
para que el azul infinito me envuelva,
y la luz pinte colores en mi cara,
pero aunque es lo que quiere
no me podría obligar.
Mi niña insiste, pero olvida que es ella,
quien me muestra lo que no quiero ver.
Mas es la niña,
la niña de mis ojos.
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