Somos hijos del fuego y la tierra,
somos herederos del volcán,
de la misteriosa luna llena,
de la impasible escarcha, de la fértil sequía
nuestras venas se nutren de pasión perturbada,
de nuestros reveses y caídas
En la carne, sin cesar, sentimos
como atruena la tormenta,
con ráfagas lacerantes,
con agrias lluvias purpúreas,
sin las ansiadas nieves doradas
¿Cuál será nuestro destino?
¿Somos balas de cañón ?
Somos las reses marcadas
que con el hierro de la codicia
o la desesperanza vivimos
No sé qué has decidido tú,
pero yo rehúso
a seguir rumiando.
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