Por todo esto, he invitado al escritor y profesor de técnicas narrativas Néstor Belda a que exprese su opinión a través de este artículo con el que con mucho gusto ha querido colaborar con esta bitácora.
¿Por qué aprender a narrar?
Muchas veces he escuchado a escritores descartar (¿o prescindir?) de las técnicas y recursos literarios porque yo tengo mi estilo y no quiero cambiarlo. (Entiéndase como escritor toda persona que tiene el impulso de escribir literariamente.) Esta defensa de su estilo constituye un verdadero lastre que impide el crecimiento del escritor, porque nada tienen en común el aprender escribir literariamente con resignar su personalidad literaria. No es ni soberbia ni orgullo, simplemente desconocimiento de las diferencias entre aprehender los recursos literarios y el estilo literario personal. Dicho de otro modo, si un narrador no sabe narrar, no es que tenga su propio estilo y personalidad, sencillamente no sabe escribir narraciones. Casi podría asegurar que aprender a escribir es lo primero, y lo segundo es aplicarle nuestro estilo personal que reside en su ser y estar en el mundo, único e irrepetible.
Por ejemplo, la técnica narrativa refuerza permanentemente el concepto de concreción, y recomienda evitar las abstracciones y explicaciones (mostrar/decir), pero NO niega la utilidad de las abstracciones y explicaciones introduciéndolas en el texto adecuadamente. Para eso sirven las técnicas y los recursos literarios. He visto mucha narrativa abstracta, plagada de digresiones que ni engancha ni emociona al lector. Y eso no se debe a que sea el estilo del autor.
Cada texto que escribimos, lo parimos sudando tinta (aunque suene a tópico), es nuestro hijo deseado y estamos orgullosos de él. He visto muchos comentarios señalando aspectos que deslucen un texto y que el autor no ha tenido en consideración simplemente porque confunde su estilo con la correcta escritura literaria. Hiere nuestro orgullo que nos señalen puntos flojos (y me incluyo), pero el crecimiento requiere de una alta dosis de humildad.
La narrativa, y la poética también, no consiste en escribir bonito, consiste en que si nuestro personaje está triste, alegre o desesperado, el lector también entristezca, se alegre o desespere. Y para ello hace falta algo más que escribir bonito; hace falta saber escribir literariamente.
Les dejo una frase de Isabel Cañelles, de quien he aprendido muchísimo, que en pocas palabras (ella sí sabe escribir), dice lo que con tanta perorata he querido significar.
"Pensad que si fuera tan sencillo mostrar las tramas sin explicarlas, de un modo sutil, gradual, y a la vez visual y claro, todos seríamos unos maravillosos escritores, y a eso le otorgaríamos el mismo mérito que a saber hacer una tortilla a la francesa."
Néstor Belda
Prof. de Técnicas Narrativas
CEL - Centro de Estudios Literarios
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