sabemos a ciencia cierta a donde nos dirigimos hasta que ya estamos allí.
En ocasiones no miramos el camino, seguimos adelante y adelante sin mirar el recorrido, sin disfrutar del paisaje, de una situación en concreto o ver lo que nos rodea. Estamos tan absortos en nuestras metas a largo y a corto plazo que no prestamos atención a nuestras reacciones, ni emociones durante el viaje.
A veces recorremos grandes distancias con los ojos casi cerrados. No nos deleitamos con los colores ni aún cuando estos son los más bonitos; ni siquiera vemos si hay colores. No percibimos los aromas, ni las texturas de cada momento. ¿Y luego qué? ¿Qué es lo que tenemos? Esos caminos andados o desandados; recuerdos, eso tendríamos, si disfrutáramos con los siete sentidos de nuestro viaje.
Caminos
Caminos hechos a tu medida.
Caminos serpenteando
frente a todos,
frente a ti
que se abren como ventanas
por las que te asomas
mientras conduces tu vida
como coche de carreras
Caminos tan cegadores
que trastocan tu andar oscuro.
Caminos que se niegan a ser andados.
Caminos imposibles de crear,
pero fáciles de recordar.
Caminos que volverás a desandar,
si necesario eso fuera
pues no hay camino imposible
más que el que no quiere dejar pasar.
Feliz domingo